Los frenos y el sistema de detención es uno de los principales elementos activos del vehículo en materia de seguridad y eficacia en la conducción bajo cualquier circunstancia. Son fundamentales al circular, permitiendo la detención del vehículo, pero sufren un desgaste que disminuye su efectividad y que, eventualmente, obliga a su sustitución.

La características más importantes de estos elementos se centra en la potencia de frenada que pueden suministrar al vehículo, algo que va unido a la distancia de frenada. Ésta dependerá del estado de los elementos que lo componen: neumáticos, su presión, amortiguadores y elementos de la suspensión, estado del pavimento, carga del vehículo… y por supuesto, estado y habilidad del conductor.

Como destacados del sistema figuran pastillas y discos delanteros y traseros, aunque no son los únicos que sufren desgaste ni los únicos que obligan a cambios a medida que pasan tiempo y kilómetros.

En todo caso, discos y pastillas se sustituyen más periódicamente. Se desgastan por rozamiento, primero las pastillas, pues su material de fricción es más blando, aunque en ocasiones, debido al tipo de conducción o por la utilización del vehículo (ciudad, carretera, carga…), el cambio de los discos es más prlongado.

Los frenos traseros, al no soportar el peso de la detención por inercia (transferencia de masas), suelen ser más pequeños y su desgaste es menor que el de los delanteros. Su duración viene a ser el doble o el triple que la de aquellos.

Los frenos traseros, aunque cada vez menos frecuente, pueden ser de tambor con zapatas, más rudimentarios. Suele tener menor eficacia y resistencia a la fatiga, pero su duración es más elevada.

Pastillas

La necesidad de realizar el cambio se suele señalar en un indicador luminoso del cuadro de instrumentos. Las pastillas de freno (pueden ser una, 2 ó las 4) disponen de un resorte indicador a una distancia concreta para que, cuando su grosor se reduce, roce con la superficie de fricción del disco, haga contacto y a través de un cable llegue al testigo del panel. Hay pastillas con indicadores sonoros que mediante un acople metálico a cierta distancia, como en el primer caso, al disminuir grosor rozan con la superficie del disco y producen un ruido agudo que advierte de la inminencia de su sustitución.

También hay modelos en los que el fabricante no coloca dispositivo de aviso alguno. En ese caso se puede comprobar su estado a través del líquido de frenos: según cómo se vayan gastando las pastillas, el nivel de aquel baja en el depósito. Incluso si esa disminución es significativa, puede llegarse a indicar en el cuadro de mandos con un «chivato» luminoso.

Comprobar visualmente el grosor de las pastillas a través de las llantas es otra forma de conocer su estado, pero en ocasiones son poco visibles y pueden llevar a error. Además, un nivel bajo del líquido de frenos puede advertir de un problema en el circuito por una fuga que derive en falta presión en el circuito.

Los discos

Por la fricción con la pastilla, también se desgastan, aunque con más km. Se sustituyen cuando baja el grosor al mínimo indicado por el fabricante, previa recomendación de un mecánico.

Si las pastillas se han gastado y rozan el disco pueden rayarlo aunque su grosor sea adecuado. Un disco rayado o gastado con pastillas nuevas no adapta bien, y en consecuencia la frenada pierde eficacia. Además, ocasiona ruidos y vibraciones, y deterioran antes la vida de las pastillas.

También se pueden cambiar pastillas para evitar ruidos de frenada, pues a veces las primeras se endurecen e incluso cristalizan. Antes se intenta limpiar la suciedad provocada por el desgaste en pinzas y porta-pinzas, y untar una grasa de base de cobre en los apoyos o contactos de la pastillas para evitar vibraciones y ruidos, algo que incluso puede pasar cambiando el conjunto disco-pastilla.

El líquido de frenos

Este componente sufre deterioro con el paso del tiempo, pues soporta elevadas temperaturas (ocasionadas por el rozamiento de las pastillas y discos) y presiones del circuito. Se aconseja cambiarlo cada 2 ó 3 años y comprobar su estado anualmente. Un líquido en mal ocasiona deterioro, sobre todo de los elementos del sistema de frenado que tengan o se compongan de retenes o juntas de goma, como la bomba de freno, los bombines de los frenos traseros y los latiguillos.

Para detectar el estado del líquido de frenos, los talleres disponen de un comprobador específico que, a partir de una muestra o actuando directamente en el depósito en el compartimento motor, que controla su punto de ebullición, como mínimo de 165º C. Ojo: el líquido se deteriora, oxida y pierde cualidades, sobre todo para soportar temperaturas elevadas. Según su calidad puede ser: DOT 3 (205º C), DOT 4 (230º C) o DOT 5.1 (260º C).

Tambores y zapatas

Cada vez menos frecuentes, aunque de nuevo sometidos a desgaste por la superficie de contacto del tambor. Su duración es elevada, sobre todo comparados con los frenos delanteros.

Al sustituirlos hay que rectificarlos. Por el paso del tiempo y el mal estado del líquido de frenos se ocasionen pérdidas o fugas en su sistema.

Y además…

El resto de elementos del sistema de frenado no suelen requerir sustituciones periódicas, pero es necesaria su revisión:

– Latiguillos de freno: pequeñas tuberías que dirigen el líquido a las pinzas, transmitiendo la presión del circuido. Por ser de goma y estar sometidas a presión por un elemento bastante corrosivo, y sufrir flexiones y movimientos quelas endurecen y agrietan, lo que puede provocar fugas o pérdida de líquido y de presión en a la hora de la detención.

– La bomba de freno su servofreno y la válvula-conducto de depresión, las tuberías metálicas (que se distribuyen para dirigir el líquido de frenos hacia los diferentes dispositivos de parada de las ruedas), los limitadores y los compensadores de frenada en las ruedas traseras: no suelen dar problemas, pero es importante revisarlos periódicamente según establezca el fabricante del vehículo para evitar problemas derivados de fugas del líquido de freno. Solo se cambian ante averías.

– Otros componentes del circuito: son electrónicos, como el antibloqueo ABS (y similares como la distribución de frenada, el servo de emergencia o el sistema de frenada multicolisión). Están gestionados por centralitas con sensores en las ruedas. El primero controla el bloqueo de éstas y trata de evitarlo. El mal funcionamiento de cualquiera de ellos queda reflejado a través de indicadores luminosos del cuadro de mandos o de alertas en el sistema de check-control del vehículo.




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